Adopción: Un recordatorio de que el amor no tiene límites
febrero12,2016
La idea de adoptar niños fue algo que siempre me apasionó porque vengo de una familia con hermanos adoptados. Mi esposo tenía un hermano dado en adopción cuando era joven, pero pudo conocerlo años después.
Un punto de inflexión en la vida de mi esposo fue 2010 después del devastador terremoto en Haití. No podía quitarse de la cabeza las imágenes de los niños sin padres y de nuestros dos dormitorios vacíos. Nos sentimos guiados a abrir nuestro hogar a un niño adoptado, y ese año iniciamos el camino para adoptar a un niño haitiano, porque pensamos que ese era el plan de Dios para nuestra futura familia.
Dios tenía planes para nuestra familia, pero no para un niño haitiano. No cumplimos con los requisitos del gobierno, pero sí para África, y ese proceso de adopción tomó dos años. Cuando nos preparamos para partir hacia África para traer a casa a nuestro hermoso hijo de 16 meses, Ezekiel (Zeke), mi mamá y yo escribimos un libro para ayudarlo a explicar por qué sus padres se ven diferentes a él. Utiliza la analogía de mezclar diferentes sabores de helado para ayudarlo a entender que aunque nuestra piel se ve diferente, se hace algo delicioso cuando se mezclan todos los sabores. También celebra nuestras similitudes. Se lo leemos el primer día que lo llamamos hijo nuestro en junio 2012.
Desde entonces, publicamos el libro "Ese es un color delicioso" y se lo damos a otros padres adoptivos transraciales como nosotros. Nuestra historia de adopción y el libro llegaron a nuestro congresista estadounidense, quien nos nominó para el Premio del Congreso Ángeles en Adopción, que recibimos. Cuando aceptamos el premio, tuvimos la oportunidad de abogar y cabildear por la mejora de las leyes de adopción con los miembros del Congreso.
Cuando Zeke tenía cuatro años, una agencia de adopción nos contactó sobre un bebé que necesitaba una familia, esta vez en Texas. En marzo 2015, adoptamos a un recién nacido, Josiah.
Me preguntan si es difícil adoptar a un niño que no se parece a nosotros, pero el amor es una elección y es imposible amarlo más que nosotros. Les decimos a Zeke y Josiah que oramos por los mejores niños pequeños, y Dios buscó en el mundo y los encontró. Son nuestras bendiciones y me siento honrada de ser su madre.
Esta historia fue aportada por Kayci Prince.
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