El cuidado de un padre con cáncer
mayo11,2017
Mi papá era un hombre trabajador con un corazón de siervo para ayudar a los demás. Era el mayor de tres hermanos y tenía un lado un poco travieso. Le gustaba reconstruir autos y le encantaba volar sus modelos de aviones. Solíamos jugarnos bromas, escondiendo serpientes de plástico debajo de las sábanas.
Desafortunadamente, a mi papá le diagnosticaron cáncer de páncreas poco después de que falleciera mi abuela. Estaba tan ocupado cuidando a su madre que no reconoció los síntomas y no buscó atención médica.
Así comienza el viaje.
El privilegio de ser cuidador
Fui el campeón y defensor del cuidado de mi papá. Ser una enfermera registrada en un entorno de atención médica solo complicaba las cosas. No sabía nada sobre el cáncer y me apresuré a informarles a todos que esa no era mi área de especialización. Fue un alivio cuando supe que mi papá tendría un gran equipo de médicos y enfermeras capacitados en oncología para cuidarlo. Pude quitarme el gorro de enfermera y ser la hija durante este viaje.
Ser cuidador es un trabajo duro, pero también es un privilegio. Se necesita fuerza inquebrantable, dedicación y compasión. Es implacable y te lleva en un viaje emocional. Te hace ver las cosas bajo una luz diferente. Las cosas pequeñas se vuelven tan claramente sin importancia.
Mi mamá y yo pasamos incontables horas atendiendo las necesidades de mi papá. Ambos trabajábamos a tiempo completo y teníamos que coordinar citas médicas, quimioterapia e incluso emergencias. Mi papá se disculpó mucho con nosotros, sintiendo que era un inconveniente. Siempre le aseguramos que él era nuestra primera y única prioridad.
Ambos lo amábamos y queríamos lo mejor para él. Pasé innumerables horas con él asistiendo a citas médicas, sentada a su lado durante la quimioterapia y en casa viéndolo descansar mientras recordaba. Algunas de las mejores y más memorables conversaciones sucedieron durante este tiempo.
Mi papá era un soldado. Nunca se dio por vencido, y nunca perdemos la esperanza por él.
A veces nuestras conversaciones eran alegres y otras veces más difíciles y aterradoras. Mi papá quería asegurarse de que todo estuviera en orden; sabía que su tiempo era limitado y valioso.
Sí, mirando hacia atrás, ser un cuidador es algo difícil. La perseverancia y tomar un día a la vez fue mi base. Estoy muy agradecida por cada día que pasé con mi papá y las muchas lecciones aprendidas. El fue un buen hombre.
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