De la tragedia, el hijo le da al padre el mejor regalo
julio14,2017
Para la mayoría de los receptores de trasplantes, el regalo de un órgano que salva vidas es motivo de celebración. Sigue a meses de espera, esperanza y oración, y pone fin a la incertidumbre del futuro.
Pero para un destinatario, este regalo es inusualmente agridulce. Su trasplante de riñón tiene el costo de perder a su hijo.
Durante 10 años, Nate Castillo ha luchado contra la enfermedad renal como resultado de la diabetes. Sus riñones se han ido deteriorando lentamente y acercándose al punto de falla total. Frente a la diálisis, Nate y su familia comenzaron a explorar opciones de donantes vivos hace unos meses.
Su hijo de 22 años, Symon, fue uno de los primeros de su familia en hacerse la prueba. Los dos tenían una relación muy cercana, a menudo jugaban softbol después del trabajo o pasaban el rato juntos.
“Era mi hijo y mi mejor amigo”, dijo Nate. “Él quería ser el que me ayudara. Ese fue Symon.
Antes de que se pudiera tomar una decisión, un trágico accidente cambió para siempre la vida de ambos hombres.
El junio 31, mientras caminaba desde un concierto en Fort Worth con su hermana, Symon se cayó 12 pies de una barandilla y sufrió una lesión grave en la cabeza. El julio 5, fue declarado con muerte cerebral.
A raíz de esta repentina tragedia, la familia de Symon se enteró de algo que no fue una sorpresa para ninguno de ellos: él era donante de órganos.
El personal del Centro Médico de la Universidad de Baylor en Dallas trabajó para asegurarse de que Symon cumpliera su deseo. En un giro del destino que nadie podría haber predicho, Symon salvó la vida de su padre.
Días después de que su hijo falleciera, Nate yacía en una sala de operaciones recibiendo su nuevo riñón. El corazón, el hígado y otros riñones de su hijo salvaron dos vidas más además de la de su padre. Nate dijo que era propio de Symon poner a los demás primero.
“Era único”, dijo. “Nunca hubo un día triste en su vida. Incluso en los días malos, tenía una sonrisa en su rostro. Le encantaba hacer feliz a la gente”.
Nate fue dado de alta del hospital el miércoles. Horas más tarde asistiría al funeral de su hijo con el resto de su familia. Un padre que abraza su segunda oportunidad en la vida, pero devastado por las circunstancias que la trajeron.
“No sé cómo explicar los sentimientos que están ahí”, dijo. “Estoy agradecido por el regalo, pero no se lo deseo a nadie. Saber que nunca más lo volveré a ver, ni lo abrazaré, ni jugaré a la pelota, eso es lo que me atrapará. Ya lo extraño, pero vivirá en mí. Él siempre estará conmigo”.
Aprende más about Baylor Scott and White Health’s transplant program, or find out how to become a living organ donor.
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